¿A qué nos referimos con la falacia del apostador?

Cuando hablamos de la aleatoriedad de los juegos de azar queremos decir que el resultado no es predecible, que no existe ningún suceso que pueda determinar el desenlace. No obstante, a veces es la misma arbitrariedad del juego la que nos engaña y queremos ver una oportunidad donde no la hay. La falacia del apostador es un error típico en los juegos de casino. Su examen nos revela cómo funciona la mente humana y de él podemos extraer algunas lecciones.
Apostando a los dados.
Publicado el: 24 NOV 2022

Se trata de una falacia lógica que afecta a muchos juegos de azar. Aunque se manifiesta también en otras actividades. Básicamente consiste en tener la sensación de poder predecir un resultado a sabiendas de que el desenlace es puramente aleatorio. Pongamos un conocido ejemplo.

Pongamos que apostamos a cara o cruz. Después de haber lanzado la moneda hasta cuatro veces seguidas siempre ha salido cara. En el siguiente lanzamiento nuestra mente lógica nos dice que en la serie probabilística la posibilidad de que salga cara otra vez es remota, solo 1 entre 32. Apostaremos así a que sale cruz. Sin embargo, cada lanzamiento de la moneda es independiente del otro. La probabilidad de que salga cara o cruz es siempre del 0,5.

La esencia de los juegos de azar

Los juegos de azar se basan en eso, en el azar. El azar es una casualidad que no puede ser determinada de antemano, como las mutaciones genéticas en la biología, ciertas dinámicas en el mundo cuántico o el resultado al lanzar los dados. La aleatoriedad está presente como un mecanismo algorítmico en el cilindro de la ruleta o en los rodillos de las tragaperras online. El generador de números aleatorios que se encuentra en las máquinas de los casinos por internet trata precisamente de ello, de generar una secuencia de números sujeta a la casualidad.

No obstante, nuestro cerebro trata siempre de ordenar los eventos en una secuencia racional gobernada por causas predecibles, por mucho que sean en realidad fruto del azar y lo sepamos. Por ejemplo, apostamos con la intención de conseguir un premio, por lo que a pesar de los riesgos que asumimos nuestra intención es adivinar o predecir el movimiento que nos reportará ganancias.

  • Se apuesta porque hay algo de valor en juego.
  • Existe un riesgo inherente debido a la aleatoriedad del proceso.
  • Si ganamos obtenemos un premio.

La falacia lógica

Consiste en un error en la lógica del argumento. La conclusión de este puede ser acertada pero los pasos dados para llegar a tal conclusión contienen errores de bulto, por ejemplo, información defectuosa o absolutamente falsa. Lo contrario también puede acontecer. De unas premisas correctas se extrae una deducción que no lo es.

Por ejemplo, la forma lógica de una argumentación sería la siguiente:

  • Si A, entonces B
  • B
  • Por tanto, A

Esta formalización puede llevar a una falacia si afirmamos de una manera lógica lo siguiente:

  • Cuando nieva hace frío.
  • Hace frío.
  • Entonces está nevando.

La formalización es lógicamente válida. Las premisas son verdaderas, pero ello no es garantía de una deducción correcta.

La falacia lógica y los juegos de casino

A pesar de contar con información objetiva nuestra deducción de los eventos nos puede conducir a conclusiones que son falsas. Es importante ser conscientes de esto porque en los juegos de casino la propia mecánica de la tragaperras o de la ruleta nos hace tomar decisiones desacertadas que nos pueden costar bastante dinero; y el juego responsable debe ser siempre la premisa. En todos los juegos de casino gobernados por el azar nuestra intuición comete las siguientes falacias:

  • Un suceso aleatorio tiene más probabilidad de ocurrir si no ha ocurrido durante un periodo de tiempo largo.
  • Un suceso aleatorio tiene menos probabilidad de ocurrir si ha ocurrido durante un cierto tiempo.

Pero esta intuición que nos gobierna es totalmente incorrecta, y por varias razones. Los eventos de la máquina tragaperras o de la ruleta son puramente aleatorios, a no ser que la máquina esté trucada. Cada evento es independiente del que lo precede y del que lo sucede. No existe ninguna armonía preestablecida entre ellos, por ejemplo, las probabilidades de que la bola de la ruleta caiga en la casilla de color rojo o negro no está sujeta a un equilibrio en los resultados. Es decir, desde el punto de vista de la aleatoriedad, bien puede caer la bola en la casilla negra toda la noche, por extraño que nos parezca. Esto suele expresarse de la siguiente forma: los dados, la bola o la moneda no tienen memoria. Existe un ejemplo histórico para esto.

Una noche de 1913 en el casino de Montecarlo

El 18 de agosto de 1913 en el casino de Montecarlo la bola de la ruleta cayó 26 veces consecutivas en la casilla de color negro. A partir de la décima vez los jugadores empezaron a apostar grandes cantidades de dinero al rojo, esperando que ya era hora de que la bola cambiase de rumbo y cayese en la casilla roja. Parece lógico. Pero nada cambió. La bola siguió cayendo en la casilla negra durante buena parte de la noche. Los apostadores perdieron mucho dinero y el casino obtuvo grandes ganancias. He aquí un ejemplo de los riesgos que acarrea seguir una lógica falaz.

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