La vida como juego de azar en la película Croupier de 1998

Crupier reparte las cartas en una mesa de casino.
Publicado el: 31 MAR 2022

La realidad de ser crupier

El personaje protagonizado por Clive Owen en Croupier mantiene una relación ambigua con el juego y el casino. Parece detestar todo lo que rodea este mundo, lleno de hipocresía y estrictas reglamentaciones; pero la necesidad de encontrar una actividad con la que respaldar su labor literaria le lleva a aceptar un trabajo de crupier.

De hecho, Jack había aprendido de su padre las técnicas básicas del juego, lo que le provoca no pocas contradicciones. En la mesa de blackjack por veces se comporta como un jugador más que como un crupier. El tapete pasa a ser así el escenario en el que la vida es un simple juego de probabilidades.

El vistazo que nos ofrece Croupier no es el habitual. Acostumbrados al glamour de los casinos de James Bond en los que los crupieres son personajes anónimos, en esta película estrenada en 1998 salen a la luz aspectos de la vida de los trabajadores de casino a los que normalmente no tenemos acceso. ¿Pero cuánto hay de realidad en la ficción que nos presenta Croupier?

Jack utiliza su trabajo como inspiración para escribir una novela en la que se retrata al crupier como un tipo frío, sin sentimientos, que disfruta viendo a los jugadores perder. Es cierto que existe un lado desalmado en el que el buen cliente de casino es un continuo perdedor.

Ningún operador está montado para que lo desbanques, eso es claro. Pero con la aparición de los casinos online se ha hecho difícil mantener clientes fijos y fieles, además de que a nadie le gusta sentirse usado. En este sentido, el crupier juega un papel fundamental para hacer sentir al cliente confortable en el juego. Además de la profesionalidad, la buena presencia y la higiene también son esenciales. En Croupier Jack se hace la manicura.

Retos y restricciones

Ser crupier en una mesa llena de gente es un auténtico reto. Las emociones se disparan, así como la adrenalina de los jugadores. Los problemas comienzan cuando pierdes, sobre todo si has apostado grandes sumas de dinero. Muchos jugadores son incapaces de controlarse y, ¿quién lo sufre? El crupier.

Un trabajador en uno de los casinos situados en Macao, al suroeste de Hong Kong, lo expresaba de la siguiente manera: “Perder es sinónimo de tener problemas. Si el cliente te grita o te insulta debes tener presente que se trata solo de trabajo.” Jack, el protagonista de Croupier, lo lleva a lo personal y se implica. Con una compañera de trabajo, con la que tiene una aventura amorosa, y se relaciona abiertamente con otros jugadores. Todo ello supone transgredir las reglas del casino.

Los operadores saben que cuando un crupier traba amistad con algún jugador algo raro está pasando. No hay que confundir la amabilidad enfrente de los clientes con el apego a ciertas personas. Normalmente, en este último caso quiere decir que existe alguna relación de compadreo que suele resultar en trampas y fraudes. Por eso, todas las mesas suelen estar monitoreadas.

La supervisión establece un control sobre los tramposos, ya sean estos jugadores o trabajadores. También existen restricciones en cuanto a las relaciones personales con tus compañeros de trabajo. La razón simple es que puede traer conflictos de intereses que perjudiquen al casino y enrarecen el ambiente laboral. Todo esto ocurre en la película Croupier, en la que se llevan al extremo aspectos de la vida en las entrañas de un casino.

Los casinos en absoluto son hoy un lugar de negocios sucios y lavado de dinero negro. No queremos decir que no haya casos, depende de los países y las legislaciones. Por suerte, en España la supervisión de la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ) hace mucho en la lucha contra el fraude, como el servicio de alerta contra el phishing que ha puesto en marcha y al que se han adherido la mayoría de los operadores españoles de juegos de azar.

No obstante, hemos de reconocer que los negocios de los bajos fondos como las apuestas ilegales tienen un valor dramático importante para la ficción, cosechando excelentes resultados en la gran pantalla. No obstante, la realidad de los casinos físicos es menos impresionante y mucho más pueril, por decirlo de alguna manera.

Existen también otros aspectos de la vida del crupier que no podemos dejar de mencionar. El aprendizaje de las técnicas es importantísimo y tiene muchas vertientes, más de las que te imaginas. Ser consciente de todos los entresijos del juego, además de ser habilidoso con las manos y conocer todos los trucos es lo mínimo que se le puede exigir a un buen crupier. Pero la formación es cara, y muchos crupieres se la costean con la esperanza de poder conseguir un empleo fijo.

Así pues, la imagen talentosa de Jack en Croupier está bastante alejada de la realidad; aunque, sin duda, es muy efectiva (y entretenida) en la ficción.

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