Auge del juego online entre jóvenes: las loot boxes disparan la adicción

El auge del juego online entre jóvenes en España se combina con el riesgo de adicción a videojuegos por las loot boxes y el skin gambling, según datos oficiales.

Juego online en crecimiento y normalización del azar digital

Jugador abriendo loot boxes con objetos brillantes y monedas virtuales

Videojuegos, azar y juventud: una mezcla explosiva que urge regular mejor.

El Ministerio de Consumo ha confirmado que los usuarios de juego online crecieron un 20% en 2024, impulsados por el retorno de los bonos de bienvenida tras una sentencia judicial y por la fuerte inversión publicitaria de las casas de apuestas, que superó los 500 millones de euros en marketing el pasado año.

Entre la población joven, la exposición a estas plataformas es especialmente alta. El 58 % de los jóvenes entre 16 y 25 años reconoce haber participado en algún tipo de apuesta, y una parte creciente lo hace desde entornos vinculados a videojuegos.

Para muchos, el acceso se produce de forma indirecta, a través de dinámicas digitales que simulan el azar sin la percepción de estar apostando con dinero real. Este fenómeno se combina con la expansión de las loot boxes, cajas virtuales que contienen recompensas aleatorias.

Aunque la mayoría ofrecen objetos cosméticos o mejoras dentro del juego, su funcionamiento psicológico es idéntico al de una apuesta: el jugador paga por una recompensa incierta y se ve motivado a repetir la compra para obtener el resultado deseado.

Loot boxes y apuestas con objetos virtuales: azar y entretenimiento

Las loot boxes no son un elemento aislado. A su alrededor han surgido prácticas como el skin gambling, que permite utilizar objetos virtuales (skins) como moneda de intercambio para apuestas en plataformas externas no reguladas.

Títulos populares como Counter Strike o League of Legends se han convertido en espacios donde el intercambio de objetos virtuales con valor económico ocurre con frecuencia.

Estas prácticas, que van más allá de hacer atractivo el juego tradicional para los más jóvenes, han despertado preocupación internacional por su similitud con dinámicas propias de las apuestas. Esto se debe a que pueden fomentar comportamientos impulsivos y generar una relación problemática con el juego, especialmente entre los más jóvenes.

En España, el Plan Nacional sobre Drogas ya reconoce estas mecánicas como un factor de riesgo emergente, y la literatura científica ha comparado su funcionamiento con el de las tragaperras tradicionales, pero con una presentación más atractiva y dirigida a menores.

Además, la relación entre videojuegos, apuestas y redes sociales intensifica el problema. Muchos de estos títulos cuentan con la colaboración de influencers y creadores de contenido que promocionan loot boxes o muestran ganancias del skin gambling, lo que fomenta la normalización del juego entre los jóvenes.

Riesgos psicológicos y necesidad de regulación

El impacto psicológico de estas prácticas es ya visible. Expertos en salud mental señalan que la combinación de azar, recompensas inmediatas y estímulos visuales constantes activa los mismos circuitos cerebrales que otros juegos de azar.

Este mecanismo puede provocar conductas compulsivas, especialmente en perfiles jóvenes que buscan entretenimiento rápido y carecen de supervisión adulta. En barrios con alta presencia de locales de apuestas físicos, la exposición es doble: la oferta presencial y la digital se refuerzan, creando un entorno de riesgo social.

Según la Dirección General de Ordenación del Juego, uno de cada ocho jóvenes que apuesta online desarrolla problemas asociados, mientras que la incidencia en el juego presencial es menor.

El Gobierno español ha aprobado en primera vuelta un anteproyecto de ley para regular las loot boxes, con medidas como la prohibición de acceso a menores y la verificación de identidad, siguiendo el ejemplo de países europeos que ya las consideran apuestas encubiertas.

Aunque se ha avanzado en el camino hacia la regulación, los expertos advierten que la normativa vigente aún no contempla de manera completa fenómenos como el skin gambling ni otras prácticas digitales que imitan el azar.

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