Tragaperras de bares: ¿un icono en peligro de extinción?
Las tragaperras de bares han acompañado durante décadas la vida social española, con su sonido metálico y luces brillantes como parte inseparable de cualquier bar. Hoy, las estadísticas reflejan un escenario distinto: menos máquinas, menor rentabilidad y un futuro incierto frente al avance del juego online y el cambio generacional.
Un paisaje sonoro que todavía resiste
El ambiente de un bar español es inconfundible: conversaciones superpuestas, vasos tintineando, la cafetera en marcha y, en seis de cada diez locales, el sonido electrónico de una máquina tragaperras para bar.
Según la Memoria de Actividad del Juego en España 202, 101.299 bares cuentan con al menos una tragaperras, lo que equivale al 61,8% de los establecimientos hosteleros. En total, sumando bares, salones y casinos, hay 182.397 máquinas en funcionamiento, una por cada 270 habitantes.
Lejos de desaparecer, siguen siendo un elemento cotidiano, aunque con matices: tras una fuerte caída en 2021 y 2022, el parque de máquinas tragaperras para bares experimentó un ligero repunte en 2023 y 2024, con más de 8.600 nuevas unidades instaladas.
Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana, a la cabeza
El mapa autonómico refleja la fuerza desigual de las tragaperras para bares. Andalucía lidera con más de 16.000 locales que mantienen estas máquinas, seguida de Cataluña (15.502), la Comunidad Valenciana (10.448) y Castilla y León (9.834). Madrid, pese a su densidad poblacional, se queda en torno a 8.670 bares con tragaperras.
La distribución de las máquinas muestra que, pese a su presencia en todo el país, su peso es mayor en comunidades con una hostelería profundamente arraigada.
Quién juega y cómo lo hace
El estudio Juego y Sociedad 2024, elaborado por CeJuego y el CIS, calcula que 1,2 millones de personas jugaron a las tragaperras bar en 2023, lo que representa un 3,5% de la población encuestada.
De ellos, un tercio lo hace con frecuencia, mientras que el resto se limita a probar suerte de forma ocasional. El perfil mayoritario es masculino (casi el 80%), español (91,4%) y de clase media.
En cuanto a la edad, sorprende la presencia de jóvenes: un 23,3% de los jugadores tiene entre 18 y 24 años, y un 21,4% entre 25 y 34. El estudio aclara que la participación de los menores de 34 años es puntual, mientras que la fidelidad al juego se concentra en quienes ya han cumplido los 35.
El gasto medio por sesión se sitúa en 11,20€, aunque la mayoría invierte cantidades pequeñas. El tiempo de juego también es reducido: casi la mitad dedica menos de cinco minutos y tres de cada cuatro no superan los quince.
Entre la nostalgia y la reinvención
Aunque las cifras muestran que las máquinas tragaperras para bar siguen muy presentes, su futuro no está garantizado. El auge del juego online ha transformado los hábitos de ocio: las nuevas generaciones se inclinan por el móvil, atraídas por bonificaciones y catálogos más amplios que los de una tragaperras tradicional.
Los hosteleros también se replantean su utilidad. Muchos consideran que ocupan espacio y ya no generan los ingresos de antaño. Algunos optan por conservarlas como un sello distintivo del negocio, sabiendo que para parte de su clientela forman parte de la experiencia de acudir al bar.
La industria, por su parte, busca reinventarse. Se están introduciendo modelos con pantallas curvas y táctiles, gráficos avanzados y conexión digital, intentando atraer a un público acostumbrado a la estética de los videojuegos.
Incluso se exploran fórmulas híbridas que vinculen las máquinas tragaperras para bares con aplicaciones móviles, ofreciendo promociones y fidelización.
¿Un final anunciado o una nueva etapa?
Las estadísticas invitan a la reflexión: aunque el número de máquinas ha caído respecto a los años ochenta, cuando llegaron a duplicar las 200.000 unidades, hoy siguen siendo un fenómeno masivo.
El reto está en adaptarse a un consumidor distinto, que maneja dinero electrónico, busca experiencias digitales y no siente la misma atracción por el clic metálico de las monedas.
Pero mientras tanto, las tragaperras de bares siguen encendidas, como un eco persistente de la cultura popular española. En ese universo de recuerdos y costumbres también sobreviven las historias de barra, las supersticiones y los llamados trucos para tragaperras, más parte del folclore popular que de una práctica con fundamento.

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